viernes, 24 de junio de 2011

Y ves, que esta tristeza no puede ser que algo mejor tiene que haber, algo por donde salir a caminar~*

Hay veces en las que preferiría desaparecer, irme lejos para no volver por un tiempo, alejarme de todo esto que comienza a saturarme, tener mi tiempo para pensar y no sentir que nada me sale bien, que siempre estoy ahí esperando para ser comida.

Quisiera que el tiempo se congele y poder detenerme a pensar en frío sin sentir que estoy corriendo contra reloj siempre.

viernes, 20 de mayo de 2011

Ananá

Suelo recordarte ¿sabes? Aún tu perfume, sabor a ananá, llega a mí como llegó esa tarde de otoño donde el viento me trajo tu aroma ¿fue el viento o el destino? Aún recuerdo tu risa, grande y sincera, que dejaba al descubierto en arito en la parte de adentro del labio. Recuerdo que me sorprendió y luego me recuerdo a mí mismo preguntándome qué se sentiría al besar a alguien con ese arito.
Aún recuerdo tu flequillo cayendo por encima de tus anteojos, tapándote aún más la vista y como soplabas para arriba, para quitártelo de encima cada cinco minutos.
A mi mente llegan los recuerdos de la primea vez que fui yo quien, acercándome a ti y sosteniendo tu rostro entre tus manos sopló tu flequillo que se corrió al costado y dejó a mi alcance tus ojos, tapados por los lentes. Recuerdo intentar quitártelos, pero tú no me dejaste. "No estoy para escenas de películas", me habías dicho para luego cortar la distancia entre nosotros, poniéndote en puntas de pie para llegar a mis labios.
Aquel aroma a ananá que siempre me llegaba viciado por los demás olores que el viento traía consigo me inundó por completo, tus labios eran tan suaves como siempre había imaginado. Y el sentir el metal de aro en mis labios produjo un escalofrío la primera vez pero no me costó mucho acostumbrarme y comenzar a jugar con él con mi lengua.
Aún hoy, luego de tantos años, busco aquel aro en los labios que beso.
Me gustaba cómo se cerraban tus ojos cuando acariciaba tus mejillas con mi nariz, tan larga y puntiaguda.
Debió suponerlo, una parte de mí siempre tuvo que haber sabido que acabaría. Que como llegó aquel aroma de tu perfume también se iría. Una parte de mí, no tan ciega como el resto de mi ser, tuvo que haber notado que era demasiado bueno para ser verdadero. Para ser eterno.
Me gusta llamarlo así, eterno. Me gusta creer que no lo fue, que más bien fue algo efímero pero verdadero, algo que tú sentiste y yo también. Que fueron verdaderas esas sonrisas infantiles, aquel flequillo tapándote la vista, que el sonido de tu corazón cuando me acercaba demasiado era real y no una fantasía.
Me gusta creer que vivo de los recuerdos y no de las alucinaciones que pudo crear mi mente luego de tantos años de soledad ya que aún lo recuerdo, el tacto de tus manos suaves y grandes sobre las mías, ásperas y pequeñas.
En el fondo creí que duraría, que serías mía por siempre y que mi cabeza siempre se perdería en tu cuello, que mis manos siempre rodearían la misma cintura y que aquel aro sólo jugaría con mi lengua.
Hoy sé que no, porque hoy recuerdo tu voz alejándose, diciéndome algo que no recuerdo pero sé que me rompió, y no a la mitad si no por completo. Aún hoy la sensación de vacío suele aparecer de vez en cuando, más que nada cuando mis manos no logran tapar mi rostro, surcado de grandes arrugas y pienso que tus manos con dedos tan largos habrían sido perfecto para ello.
Miro el retrato y no sé y nunca estuve tan seguro de no saber. Realmente no sé dónde estás y si aún conservas ese aroma a ananá, no sé si sigues conservando el pelo corto o te cansaste de soplar para arriba con los años... O si tienes alguien que lo haga por ti.
Hoy sé que no sé nada y lejos de sentirme abrumado, sólo cierro los ojos y soplo para arriba, dejando que el viento me acerque el recuerdo de aquel perfume que alguna vez fue mío y alguna vez perdí.
Mis manos se tocan y una lágrima cae, recorre mi gran nariz y se pierde al llegar a mis labios, labios que alguna vez fueron tuyos pero se alejaron, tan espontáneamente como el día que se acercaron.