Me encanta apoyar mi cabeza en tu estómago, sentir el ruido
que hace cuando tienes hambre o la calma que me transmite cuando duermes, al
igual que tu respiración pausada y a veces algo agitada que canta melodías a mi
oído cuando la noche cae silenciosa a mi alrededor.
Me agrada el calor que le transmites a mi cuerpo y alma
cuando me abrazas, envolviéndome en tus brazos, volviéndome un ser pequeño que
sólo necesita de tu protección para seguir día a día, la paz que sabes darme
con sólo sostener mi mano.
Me volví adicta a tu tacto, a tu frente chocando con la mía
y nuestras narices rozándose lentamente, a tus besos suaves que siempre
demuestran cariño y tus manos que me buscan cuando hay luz y oscuridad.
Me acostumbré fácil a tu risa contagiosa y algo aniñada, al
chanchito que sale y achica los ojos cuando el chiste es muy gracioso o sale
aguda y entrecortada cuando no lo es. A sentirte cerca, a levantarme y saber
que estarás al lado mío no importa donde estés.
A decir te amo y escuchar un yo también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario