A veces quiero, tú
sabes, volver. A veces agarraría mi mochila, las monedas y me tomaría el 33 e
iría hasta allá para verlos porque los extraño TANTO pero no es sólo ir a verlos como
tantas veces hice. No puedo volver a medias, decir que tal vez vuelva la semana
que viene cuando yo sé que no lo haré.
Es hora de dar
vuelta la página (dije tantas veces eso). No puedo negar la influencia que has
tenido en mi vida y que mucho de lo que soy ahora es gracias a vos, a tus ideas
y a todo lo que me han transmitido mis compañeros, hasta los que me
traicionaron. Creo que nunca fui conciente de lo lejos que llegaría por una
idea hasta que me vi defendiendo esta causa con uñas y dientes.
Muchas veces me
pregunté si podría haber aguantado un poco más, si podría haber soportado lo
que se venía. Ya los golpes se habían terminado (en teoría), quedaba levantar
las ruinas y ponerse a trabajar de nuevo con todos en contra. Quedaba hacer
tripas corazón y comenzar de -10.
Supongo que habría
podido pero ya nada era lo mismo. Todo ese amor ciego se había ido ¿Y cómo
podía hablarle a alguien del amor a la causa cuando ni yo lo sentía? ¿Con qué
cara me paraba frente a un espacio, intentaba que los chicos lo respetasen y
que los vecinos se apropien de él si no lo sentía mío? ¿Con qué fuerza me
enfrentaba a todo lo que me venía enfrentando desde hacía un año y medio si ni
yo tenía en claro el por qué lo hacía?
Supongo que
siempre compararé todo lo que haga con vos, siempre recordaré las fuerzas
sacadas de no sé dónde para seguir trabajando. El no comer para vender
revistas, el caminar hasta el cansancio, con lluvia, frío y calor. El no
dormir. El no ver amigos y familia sólo por militar.
Gracias por
enseñarme tantas cosas, por las alegrías y hasta por los llantos. No me hubiese
gustado que todo terminara así. No
me hubiese gustado que esto terminara pero
descubrí cuál era mi límite y hacer las cosas por la mitad nunca fue la idea.
Adiós, Poderosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario